Por: Silvio Aristizábal Giraldo //
En agosto de 2010 la Alcaldía Mayor de Bogotá, expidió el Decreto 345 mediante el cual promulgó la Política Pública Social para el Envejecimiento y la Vejez en el Distrito Capital para el período 2010 – 2025. (http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=40243). El punto de partida para la elaboración de esta política es un diagnóstico sobre la situación de las personas mayores de 60 años en las 20 localidades en que está dividida la capital. De dicho diagnóstico extraemos algunos datos como los siguientes:
Crecimiento de la población mayor de 60 años: En 2010 la población de la capital de Colombia era de 7.363.782 habitantes. En Bogotá, como en la mayoría de ciudades del mundo, el aumento de la población mayor de 60 años, generado por el fenómeno del envejecimiento poblacional, fue de 5.3% en los últimos 15 años, casi dos veces mayor al crecimiento registrado en la población total, el cual fue de 2.7%. Para el 2010 la cifra de personas mayores de 60 años en la capital ascendía a 618.000 personas. A esto se agrega que 640.000 estaban entre los 50 y 59 años. La esperanza de vida ha sido incrementada a 73.9 años, especialmente en las mujeres. El Índice de Masculinidad arroja la cifra de 74 hombres por cada 100 mujeres en la mayoría de las localidades.
Situación de pobreza: Con base en las cifras de la encuesta sobre calidad de vida, del 2007, el documento señala que en Bogotá hay 80.597 hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), de los cuales, 19.879 (es decir, cerca del 25%), tienen entre sus integrantes personas mayores de 60 años.
Acceso al sistema de seguridad social en Salud: El porcentaje de personas mayores afiliadas al sistema general de seguridad social en salud es del 92.2%. El 7.8% restante, representado por 46.303 personas, está por fuera del sistema. En cuanto al tipo de afiliación, se tiene que el 21.1% del total de quienes pertenecen al sistema lo hacen mediante el régimen subsidiado, es decir, con recursos asignados por el presupuesto nacional.
A la exclusión de cerca del 8%, se agrega el problema de la calidad de los servicios que reciben las personas mayores afiliadas al régimen subsidiado. Así por ejemplo, mientras el promedio del tiempo transcurrido entre la solicitud de atención y la cita médica es, para los afiliados, de 7 días, las personas mayores en situación de miseria deben esperar 22 días en promedio. Un período de tiempo francamente escandaloso si se tiene en cuenta que muchas de las enfermedades que aquejan a las personas mayores requieren atención inmediata.
Y como si lo anterior no fuera suficiente, hay otro problema de igual o mayor gravedad: las barreras existentes para el acceso a los medicamentos. Solamente el 56.3% de las personas mayores de 60 años recibe la totalidad de los medicamentos.
Sistema de pensiones: El número de pensionados mayores de 60 años, de la capital alcanza una cifra equivalente al 30% del total de esa población, de los cuales la mayoría son hombres. Así mismo hay un 7.8% que aún sigue cotizando en espera de cumplir los requisitos para acceder a la pensión. De los datos mencionados se deduce que un 62.2% de personas mayores de 60 años no cotiza al sistema de pensiones. Y más grave aún, entre quienes no cotizan se encuentra el 99.5% de personas mayores en situación de miseria, el 74.8% de los clasificados como pobres y el 61.6% de no pobres.
Analfabetismo: El promedio de analfabetismo en personas mayores de 60 años para las 20 localidades, es de 8.4%. Sin embargo en algunas localidades es más del doble de este porcentaje, por ejemplo, Ciudad Bolívar con 22.1% y Sumapaz, 20.6%.
Vinculación al mercado laboral: Según datos de la encuesta de calidad de vida del 2007, citados por el documento que venimos comentando, el 18% del total de la población mayor de 60 años estaba vinculada a la fuerza laboral. De ellos, cerca del 75% trabajaban en el sector informal y sin contrato laboral.
Si se tiene en cuenta que la OMS, en su documento sobre envejecimiento activo (http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/pdf/vejez/oms_envejecimiento_activo.pdf), plantea el empleo como una de las opciones que se debe brindar a los mayores de 60 años para garantizarles una vejez digna, es preciso concluir que esta situación continuará sin modificaciones durante mucho tiempo. En efecto, un estudio reciente del Instituto para la Economía Social (IPES), ONU Hábitat y el Instituto Distrital de Participación y Acción Comunal (IDPAC), reafirma la percepción anterior al establecer que el 46% de los jóvenes bogotanos trabaja sin contrato laboral.
Personas mayores con limitaciones: En el Distrito Capital hay 94.368 personas con al menos una limitación permanente, esta cifra equivale al 15.3% de las personas mayores de la ciudad. La limitación más frecuente se relaciona con moverse o caminar. En este punto es necesario preguntarse por las condiciones de movilidad existentes en calles y edificios de la ciudad, las cuales seguramente son un factor que contribuye a hacer más onerosas las limitaciones mencionadas.
De las personas con limitaciones permanentes cerca del 25% requiere cuidado permanente, responsabilidad que recae, en la mayoría de los casos, en un integrante de la familia. Menos del 0.5% está al cuidado de una institución contratada para tal efecto y el 8.8% no tiene quien las cuide, situación que, sin duda alguna, constituye un reto para la administración de la ciudad.
Maltrato en la vejez: El maltrato a las personas mayores de 60 años es parte de la problemática social de este grupo poblacional. El documento a que hacemos referencia indica que en el año 2009 se reportaron 281 casos de maltrato a personas mayores (seguramente hay muchos más casos que no son denunciados). En esto hay diferencias para hombres y mujeres según los rangos de edad. Así, por ejemplo, para personas entre 60 y 64 años la proporción de hechos violentos es igual (59 casos), en cambio entre quienes sobrepasan los 80 años, las víctimas son en su mayoría mujeres. Entre los agentes agresores se cuentan principalmente los hijos varones, pero también participan otros miembros de la familia (hermanos-as, cuñados-as, nietos-as).
En un próximo artículo haremos referencia a las políticas públicas propuestas por el Distrito para responder a la situación descrita.